lunes, 30 de julio de 2007

EL ENCUENTRO



ROMA, ROMA, ROMA.
Tras el aterrizaje en el aeropuerto Leonardo Da Vinci, nos dirijimos en autocar a Roma. Roma es en una palabra MARAVILLOSA, todo lo que veo tras la ventana es hermoso y mágico. No estoy viviendo un sueño, el resto de mis compañeros de viaje están igual que yo. Con los ojos y la boca abierta, atravesamos las murallas del corazón de la divina capital del Imperio que gobernó el mundo civilizado. En el hotel me detengo a observar el mapa y veo que quiero verlo todo y que no me va a dar tiempo, tengo cinco días y unas ganas enormes de ver cosas y de paso, no parar de comer pasta (que me pirra). A la media hora de llegar al hotel, el grupo nos vamos para aprovechar las horas de sol que quedan. La foto 1 corresponde a la Piazza de la República que queda a cinco minutos del hotel. Por cierto les recomiendo que el hotel esté cercano a la estación de bus, ya que es la forma más cómoda y barata (ya que no aboné ni un sólo trayecto) de moverse por Roma. Lo que más llamó mi atención es la cantidad de obeliscos que están repartidos por toda la ciudad (un total de 44) y te los encuentras en todos los sitios, lo mismo que con las Iglesias (más de 3.500 por toda Roma) y a cada cual más bonita e impresionante.
Al anochecer Roma cobra más vida y se vuelve mucho más hermosa si cabe. El misterio envuelve cada esquina, cada calle, cada plaza......por todos los sitios respiro historia.
Esa noche tras recorrer el laberinto nocturno y comer pasta italiana (pero la verdadera) bien hecha, llegamos a la INCREIBLE Fontana Di Trevi: Absolutamente MARAVILLOSA. Que decir si me dejó sin palabras, sin aliento, sin..................sitio para sentarse y admirarla porque, estaba hasta la bandera de turistas echando moneditas a la misma y fent fotos.
Nada que ver con la DOLCE VITA, donde Marcelo bebia los vientos por Anita. Me hubiese encantado protagonizar la misma escena en la fuente con alguno de los monumentos italianos vestidos de Armani que vi por la tarde pero...................el mundo está demasiado lleno.

1 comentario:

F. Rodriguez N. dijo...

Marcelo Mastroianni nunca bebió los vientos por Anita Ekberg. En realidad odiaba la vida que llevaba y todo lo que ella representaba, cuyo paradigma viviente era precisamente el personaje que representa la actriz sueca.
De manera recurrente, busca refugio en su amigo Steiner, patriarca de la familia perfecta y en sus bohemias veladas. Este, su esposa y sus dos hijos, aparecen ante él como la útopica aspiración. Tal es así que llega a tomar la decisión de dejar esa vida noctámbula y vacia para abrazar una nueva, lleno de esperanza.
Ironia macabra: Marcelo descubre que Steiner acaba de asesinar mientras dormian a sus dos hijos, para suididarse posteriormente.
Roto, cae en la sima más abyecta de la degeneración, dejandose arrastrar por la "dolce vita".

Mucho más representativa de la Fontana di Trevi que tu viste, fue la inolvidable escena de Audrey Hepburn y Gregory Peck en "vacaciones en Roma" (1953, Paramount Pictures, William Wyler)