
La envidia: Ese animal rastrero que come las entrañas de los seres sin alma fustrados, acomplejados y vacios que incluso llegan a olvidar el vínculo más sagrado que existe; la sangre, para convertirse en monstruos odiosos que tienen como único objetivo de existencia el hacer daño a otros y utilizar a las personas.
La pereza: Esa enorme apatía que embarga a los seres sin alma conformistas y descreidos de todo y de todos que se asocia de mala manera con vivir bien y no es más que la incapacidad de hacer algo por pura desidia.
La codicia: Ese deseo permanente de tener lo que otros tienen pero no hacer nada por uno mismo para conseguirlo ya que es mejor perderse en paranoias mentales de mala suerte y echar la culpa eternamente a algo en lo que nunca se ha creido. Ese deseo irrefrenable de acaparar riquezas siendo eternamente pobres de espíritu y carentes de alma.
La gula: Atiborrarse de comida para llenar el hueco del alma y conseguir de forma permanente una sensación de bienestar que no es más que una falacia y que mata ansiedades perpetuas por no saber enfrentarse a la realidad y a uno mismo.
La ira: Desbocarse cómo una bestia herida anulando el entendimiento y dando rienda suelta al instinto animal que todos llevamos dentro y que anula toda capacidad de raciocinio en la búsqueda de una satisfacción pasajera a través de la práctica de la violencia y crueldad sobre otros.
La lujuria: La búsqueda de placer enfermizo que soliviante de alguna manera la terrible soledad del cuerpo sin alma que sin más visión que la de utilizar otros cuerpos para disfrute personal, pretende alcanzar un climax que nunca llega.
Y por último, la soberbia: Esa necesidad imperiosa de la gente sin alma que no vale nada pero que necesita de reconocimiento público revistiéndose de desdeñosa prepotencia para con los demás y cultivando la fachada exterior siguiendo los supuestos cánones de belleza de ésta sociedad insulsa y convulsiva en la que estamos inmersos.
Y por último, la soberbia: Esa necesidad imperiosa de la gente sin alma que no vale nada pero que necesita de reconocimiento público revistiéndose de desdeñosa prepotencia para con los demás y cultivando la fachada exterior siguiendo los supuestos cánones de belleza de ésta sociedad insulsa y convulsiva en la que estamos inmersos.
La cuestión es que mi alma se encuentra bastante desorientada y por un lado me indica que el camino a seguir es uno (ser buena y todo eso) y por otro lado me alienta a cometer una locura (Paula:"mátalos a todos"). Lo que quiero decir es que la gente sin alma que me rodea me está perturbando de forma importante y que no saben con quien se la están jugando, porque tengo alma y para defenderla soy capaz de hacer cualquier cosa...........
Quiero que me dejen tranquila y que se pudran en el infierno porque sin lugar a dudas Dios (o el tiempo si lo preferís) pone a cada uno en su lugar y la recompensa será terrible............
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